The Power, de Naomi Alderman

Una niña en la América profunda escapa de un padre maltratador. Un chico en Nigeria filma a una mujer que está siendo atacada en un supermercado. La hija de un criminal del este de Londres ve cómo su madre es asesinada. Una senadora en Nueva Inglaterra se esfuerza por proteger a su hija. Cuatro personajes que sufren las tensiones construidas a través de siglos de desequilibrio y amenaza están dispuestos a llegar lejos en su determinación por establecer un nuevo orden mundial. Cuatro chicas que descubren que poseen un poder: el de la electricidad. Con un simple movimiento de sus manos, pueden infligir un dolor agonizante e incluso la muerte. Un nuevo poder, extraordinario y devastador, ha llegado y cambiará el mundo para siempre.

Así se presenta The Power, elegida novela del año por The Guardian y amadrinada por la mismísima Margaret Atwood. Obviamente, las expectativas eran muy altas.

Y, tal vez por ello, la decepción ha sido mayúscula. Intentaré hacer el esfuerzo de no comparar la novela de Alderman con la de Atwood, porque creo que le haría un flaco favor a esta segunda. Y no creo que sea justo en ningún caso, ya que aunque el experto en marketing de turno intente vendernos precisamente esa idea, Alderman no es Margaret Atwood y The Power ni es, ni podría aspirar a ser The handmaid’s tale.

 

Nos dicen que The Power es una distopía feminista. Se ha puesto muy de moda este término últimamente y, aunque no termina de convencerme, creo que podría entender qué motiva que esta novela haya sido clasificada bajo esta etiqueta, aunque no lo comparta. No creo que The Power sea una distopía, aunque nos plantee una sociedad que podría entrar dentro de la definición de distópica. No lo creo porque la distopía en The Power es la consecuencia directa de lo que se nos está narrando, no la motivación. Por decirlo de alguna manera, es más un personaje secundario que un protagonista. Sí que tiene un fuerte mensaje feminista, aunque en mi opinión no ha sido correctamente encauzado por la autora y termina por resultar excesivamente abrupto.

Reconozco que no he disfrutado en ningún momento de la forma de narrar de Alderman. La voz narrativa que emplea resulta desordenada y confusa, aunque podría culparse a una mala traducción de la novela. Aunque la historia está narrada desde el punto de vista de cuatro personajes protagonistas, esto se resuelve bastante bien encabezando el comienzo del capítulo con el nombre del personaje en cuestión, sin embargo, cuesta seguir el hilo de la historia porque se tiene la sensación de que el narrador tiene demasiada prisa por contar demasiadas cosas y acaba por confundir al lector. Esto acaba por obligarle a releer una y otra vez las frases para no perder el hilo de lo que se está contando. Y si hay algo que detesto en un libro, es tener que releer varias veces un párrafo para entenderlo.

Los personajes son el otro gran pero de esta historia. Si bien Alderman pretende crear personajes femeninos fuertes, con un pasado que cimente las decisiones que son tomadas a lo largo de la narración, lo cierto es que no lo consigue. Los acontecimientos transcurren demasiado deprisa como para permitir que estos evolucionen de manera natural, por lo que termina resultando forzado. Tanto een personalidad como en el peso que tienen en la historia, no llega a ser creíble y esto acaba por restarle credibilidad a una historia que ya de por sí escasea de la misma.

El hilo argumental, al igual que los personajes, quiere correr antes que andar. A mitad de la historia los acontecimientos empiezan a precipitarse de una manera que dificulta en gran medida asimilar los mismos. Nuevamente, la verosimilitud de la novela se va diluyendo lentamente a medida que avanza la historia.

Me ha resultado original, eso sí, que la novela sea presentada dentro de un supuesto intercambio epistolar acontecido años después de los sucesos narrados. La influencia de Margaret Atwood es más que evidente en este aspecto.

Con todo, no creo que sea una mala historia. Es una historia atrevida y valiente, un ejercicio de crítica altamente imaginativo y original, que consigue hacer reflexionar al lector sobre la sociedad y su estructura, el poder y, sí, el feminismo.